Así trabajan

¿ASÍ TRABAJAN NUESTROS TRIBUNALES DE FAMILIA?

-Visión de perito acerca del trabajo desarrollado por algunos funcionarios de los Tribunales de Familia

1.-Persona no idóneas para ejercer con responsabilidad las decisiones y posteriores secuelas de sus fallos, donde la objetividad se invisibiliza dentro de tanta dispersión de exigencias interpuestas por los usuario del sistema, encontrando respuesta inmediata en la ineficiencia de personas que técnicamente deberían establecer un orden a partir de la jerarquía que sus cargos les asignan.

2.- La metodología utilizada para construir un abordaje eficiente bajo la luz de los antecedentes no se logra concretizar, perdiendo de manera valiosa todo aquel conocimiento vertido durante el proceso, lo cual incide de manera directa que las anteriores audiencias no posean el valor de importancia que deberían poseer, desechando valiosa información, transformando la estructura de una audiencia en un hacer por hacer.

Prueba de ello es cómo por, formalidad, se tiende a entrevistar a niños al inicio de cada sesión teniendo el conocimiento previo que ninguna decisión se podrá llevar a cabo en aquella oportunidad y que pronto el caso pase a manos de otra magistrada realizará el mismo ritual, sin importar las reiteradas ocasiones en las cuales se ha entrevistado al niño frente a diferentes personas, perdiendo de vista la revictimización, la sobreintervención y la posterior inducción que toda esta dinámica genera y no tan sólo respecto a quienes no debieran estar inmiscuidos de manera tan protagónica en este escenario, sino a su vez a cada uno de los usuarios donde la desesperanza aprendida comienza a ser internalizada, gatillando con ello estrategias agónicas para reestablecer sus derechos más fundamentales. Por tanto, la respuesta sólo origina más antecedentes sobre los mismos ya recopilados, intensificando la confusión y develando con ello la ineficacia con la cual de mueven los jueces, desplazando la toma de decisiones a otro colega, quien poco y nada conoce de la causa, acumulando vestigios y restos que sólo adornan o confunden la información recopilada.

3.- Resulta importante analizar como todo aquello que estipula la ley se aleja absolutamente de todo conocimiento acumulado por la interacción social y su cultura, el cómo las leyes marginan el sentido común respecto a las consecuencias de los actos que transgreden normas, si bien es cierto las sanciones no puede convertirse en un reflejo antojadizo de todo aquel que experimenta un evento reñido con la ley, sí las sanciones deben simbolizar la forma y el estilo de discursos que orientan la interacción social de cada miembro que habita o se encuentra inserto en todo contexto.

4.- El prejuicio predominante que establece la antigua y arraigada creencia sobre que los niños deben estar siempre junto a las madres, vuelve compulsivamente a tomar características de imposición, invisibilizando tanto a los niños como hacia aquellos padres que hoy van más allá de las funciones pasadas del simple proveedor, invalidando y dando por sostenido que todas las madres se encuentran en condiciones para ejercer de manera funcional el ejercicio parental. ¿No será demasiado irresponsable asumir aquel prejuicio como un supuesto dominador en la toma de decisiones vinculadas a cuidar y asegurar las condiciones necesarias para el normal desarrollo de un niño? ¿No estaremos bloqueando la necesidad imperiosa de antaño, donde la petición expresa versaba por activar y ver padres más vinculados con la crianza y formación de sus hijos? ¿No será aquella la prueba más concreta de la amenaza que genera que los hombres comencemos a participar en un ámbito propio y exclusivo de las mujeres?

5.- Desde esta perspectiva, sólo tiende a generar más pérdidas en un sistema que favorece la subjetividad por sobre las decisiones técnicas que manifiestan los paritajes que aportan los profesionales involucrados en esta área, relativizando las pruebas y fundamentos científicos que ayuden en la toma de decisiones en pro del bienestar no sólo de un niño, sino también de ambos adultos que aún no terminan por resolver sus conflictos de pareja y de cómo ese niño aporta a la sociedad en la cual todos compartimos. Potencialmente, a futuro, tendrán que evaluarse los daños a largo plazo que ofrecen los nuevos fallos que refuerzan la convivencia entre un niño y un progenitor escasamente capacitado, como así también el aislamiento y la relación conflictiva que reactivamente generan los actuales fallos judiciales entre los hijos y sus padres.

6.- Habrá que preguntarse entonces, por qué en los casos de agresión y violencia intrafamiliar la visión instantánea se centra en el “hombre agresor”, mientras que cuando un hombre manifiesta algún intento por ejercer su rol paternante despierta todo tipo de defensas.

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